martes, 5 de julio de 2011

Recordar...

Ocurrieron 2 eventos que (re) inauguran este espacio virtual y simbólico.
Aunque antes de hablar acerca de ellos es inevitable el dar cuenta del porqué me he autoinfligido una norma de silencio de más de un año. La respuesta, aunque nunca sencilla y difícil de entender, puede ser resumida por cobardía. El inconsciente y sus múltiples recursos inhiben al sujeto (siempre en falta) a dar cuenta de sí, a construir, a poetizar y evidentemente a crear. Cobardía de ver reflejado mi sufrimiento en una hoja (virtual o no).
Es digno de hablar de mi sufrimiento, y de cómo a través de este espacio re-encuentro la posibilidad, que en aquél entonces (verano del 2010), pudiera vislumbrar y nunca utilizar. Antes bien reconozco que por el “fantasma” estoy aquí y podré dar cuenta de mi presente posible (si el viejo dinosaurio Zemelman tiene razón)
Y hablando del presente, en días recientes pasados mantuve una charla con un viejo amigo, en el hacía referencia que lo pasado está superado y “lo novedoso” es la posibilidad de mejorar. El, hacía hincapié en citar el discurso vulgar de “que tiempos pasados siempre fueron mejores”, en el que encontramos una racionalidad en la que se dicta un desprecio por lo contemporáneo, aunque en apariencias si exista el progreso prometido.
Lo pasado como algo superado, como algo retrógrada y que es necesario negar para mirar al horizonte de “lo siempre mejor”; ésta charla fue el evento uno.
El evento dos, fue tener la oportunidad de ver proyectada un film de la vida de judíos fugitivos, durante la segunda guerra mundial. Acto que me hace recordar cuando en el 2003, Roman Polanski (a punto de ser aprendido) dio a conocer al mundo el film de “El Pianista” donde se narra la historia del Szpilman, un músico polaco que sobrevivió a la misma guerra.
En una entrevista a Polanski declaró, ante la pregunta del si no era ya demasiado hablar y demasiado cine, y demasiado arte y demasiado todo, en el que se hablaban o retrataba el horror que padecieron los judíos en el holocausto y en los guettos; a lo que el director respondió que nunca era suficiente, y que teníamos que recordarnos contantemente el horror que humanos podemos causar a otros humanos, para que en el acto de recordar se evitara en el futuro horrores de esa magnitud.
NUNCA ES SUFICIENTE dijo Polanski. Yo sigo dudando de la propia modernidad; si lo pasado o futuro sea mejor o peor. Pero el eco de recordar es un acto de la construcción de propio sujeto. En mi caso, el mismo acto cobarde que me orilla a no escribir, es el mismo acto de NO RECORDAR. Mi propia subjetividad esta negada ante la posibilidad de construirme como un sujeto histórico y sufriente.
De tal manera llegamos a una pequeña conclusión que da pie a muchas discusiones. Recordar (se) implica al sujeto al acto de construirse en este mundo simbólico e imaginario, para que nunca más se vuelva real, el sufrimiento.
Nos vemos en la próxima crónica.